miércoles, 7 de mayo de 2014


¿SE PUEDE MEDIR EL APRENDIZAJE?

Parece que ya es costumbre que piense algo,  llegue a  clase de Miguel Sola y salga completamente pensando lo contrario. Si ese es el objetivo, conmigo lo consigue cada día. 
Y es que claro, nada más empezar te plantea la siguiente cuestión: ¿Se puede medir el aprendizaje? Y  piensas... hombre medir sería los exámenes que se hacen, las notas que sacas...¿no? Si es eso, claro que se puede medir. De hecho, desde que pise por primera vez un colegio comenzaron a “medir” mi aprendizaje: Exámenes, notas, Progresa adecuadamente...  Es más, te pones a reflexionar y toda mi vida he sido “medida”, o eso creía. 
Pero claro, nadie dijo que una nota realmente midiera el aprendizaje. Que alguien me explique, por favor, que diferencia tiene un 10 de un 9,7 de un 8, un 5 de un 6. Te paras a pensar y dices: a ver, aprobados están , es decir, que saber saben ¿no? Pero ¿Cómo es eso de saberte los ríos de Europa de manera notable? ¿ Cómo se sabe la tabla de multiplicar del 9 con calificación de Bien? 
Antes de ser alumna de Miguel, hubiera contestado sin pensar que el que tiene sobresaliente obviamente sabe más que el que ha sacado un notable. 
Ahora, siendo alumna suya, contestaría de una forma totalmente distinta. 
Y es que, no hay diferencia porque simplemente no muestran nada. Una nota no dice absolutamente nada. 
 Más de uno se preguntará ¿Entonces, quién sabe más, el que ha sacado un 10 o el que ha sacado un 5 ?
Para empezar, he de decir que estamos acostumbrados a esperar una nota, una calificación que lo único que hace, como bien dice Paco Espadas en su artículo “ Escuela sin calificaciones “, es clasificar, buenos y malos, trabajadores y vagos, revoltosos y aplicados...  Y es que, además de agruparnos como se agrupa un banco de peces, una nota suspensa  acelera el proceso de salida de las aulas y es más, estimula las conductas negativas de aquellos que querían abandonarlas desde el principio. 
Eso es lo único que hace,clasificar, formar mano de obra capaz de seleccionar a más mano de obra, elegir y escoger  a las personas que son buenas para ciertas cosas, y rechazar a aquellas que no están preparadas.
Contestando a lo anterior, si por ejemplo has explicado durante un par de semanas los ríos de Europa y pones en el examen cinco ríos concretos, se supondría que sabe más el que contesta adecuadamente a los cinco. Pero esto no es así. Realmente es muy difícil, por no decir casi imposible medir el aprendizaje. Cómo vas a saber si el alumno se ha copiado de su compañero, si se ha puesto nervioso y se ha quedado en blanco pero realmente se lo sabía a la perfección, si se sabía todos los ríos menos esos cinco que preguntó, si tiene inseguridad y aunque se lo sepa, se fía más de las respuestas del otro, si ha tenido suerte y ha contestado a voleo correctamente...
¿Cómo se sabe eso? Es imposible. 
Una nota no dice nada, dígamenlo a mí, que al igual que gran porcentaje de los aspirantes a una plaza de maestro en la Universidad de Madrid, no supe contestar correctamente a preguntas básicas de Geografía, Matemáticas, Lengua Castellana...
En mi anterior blog, argumenté que estos aspirantes a profesores seguramente   estudiaron de cabeza, sin comprender y entender nada. Ahora también digo que el hecho de que, por ejemplo, estos aspirantes no contestaran  correctamente por que provincias pasa el río Guadalquivir, no quiere decir que no sepan nada de Geografía.  Al igual que un que niño  que no sepa contestar que significa la expresión “Guipa al soslayo” no quiere decir que no sepa nada de Lengua Castellana. 
Y es que, una vez mas , en clase de Miguel Sola comprobé que una nota sólo es un número, no refleja absolutamente nada relacionado con el aprendizaje, con la evolución y dedicación.. 
Llegué a clase y ¿Con qué me encuentro? ¡Examen sorpresa! Miguel nos tranquilizó diciendo que eran preguntas muy básicas. Algunas de las seleccionadas fueron: 

1. ¿Qué se consiguió con la paz de Agsburgo?
2. Escribe el número de caras, aristas y vértices del hexaedro.
3. Escribe los principales biomas terrestres.
4. ¿Quién organiza el congreso de Berlín de 1885?Qué se decide?

Pues menos mal que eran fáciles y básicas... ¿Mi nota final? 2.25. Y, he de decir, que hasta me puse más nota. Imagínense. Sin embargo, aquí estoy, cursando primero de Educación primaria y con unas notas de Selectividad y Bachillerato bastante buenas. Un tanto contradictorio. 
Si saqué buenas notas en los años anteriores,¿Cómo es que no saqué buena nota en ese examen ? Para que veáis lo que una nota refleja. Nada de nada. 
Pero bueno, partiendo de que es obligatorio los exámenes, las notas... partiendo de que vamos a estar eternamente clasificados, dados a un grupo determinado, al menos si ponen notas, que lo hagan con un mínimo de criterio.
Que las notas sean injustas no quiere decir que los profesores tengan que serlo.Pero  por desgracia sí que lo son. Y mucho. 
Y ahora voy a justificar esto con una experiencia personal.
Me acuerdo que cursaba Primero o Segundo de la ESO, y tenía un examen de Lengua. Hice el examen y me salio perfecto. O un 9 o un 10, pensaba yo. Mi nota final fue de 6,5. Indignante. 
A finales de curso, en la cena soltó Don Manuel, que así se llamaba: Sí, es que cuando llevas corrigiendo horas y horas.. no puntúas igual al primero que al último. A los primeros los coges con mas ganas.
 ¿Con más ganas de que? ¿De poner peores notas? ¿De ser más estricto ( por no decir otra palabra)?
Así de injusto señores, y así de real. No sabemos en que momento corrigen, si les pilla mosqueados, si están felices porque les ha tocado la lotería, si tiene un mal día... y queramos o no, eso afecta.  

Por todo ello se llegó a un consenso que recoge la Ley de Educación de que la evaluación continua es la única manera, más o menos justa, de evaluar el aprendizaje. Pero como bien afirma Fernando García Gutiérrez, evaluación continua y examen son dos conceptos completamente contrarios.
Deberíamos entender la evaluación como una herramienta para  comprender y mejorar el proceso de aprendizaje de nuestros alumnos en lugar de cómo un instrumento de sanción y selección. 
Deberíamos  sustituir esas horas dedicadas a corregir exámenes, por horas provechosas, por horas de investigación, de búsqueda de nuevos métodos, nuevas estrategias encaminadas al único objetivo que debe tener un profesor: crear las mejores condiciones para que el alumno aprenda.
Analizar en  qué fallan más los alumnos, buscar nuevas métodos,nuevas formas de enseñar con el fin de cambiar para mejorar, y finalmente mejorar para aprender. 
Ese es el objetivo.
No me importa  una nota. Sólo debe importarme que aprendan, que estén rodeados de un ambiente educativo, feliz, basado en el compañerismo, respeto..
Crear personas repletas de valores, que sepan, el día de mañana, convivir en sociedad respetando las normas de convivencia exigidas.
Dewey decía mucho eso de “ aprender haciendo”, aprendamos nosotros, los futuros profesores a buscar, investigar, aprendamos a corregir nuestros errores y sacar partido y provecho de ellos.
Y es que cuánta razón en el título del libro de Frank Smith “ Como la educación apostó al caballo equivocado”. Quizás sí que apostó por el caballo equivocado, claro que sí, pero en las manos de los actuales y futuros docentes está que, el día de mañana, apuesten por el caballo ganador.